En los últimos seis años, la Universidad Nacional de Córdoba puso en marcha una serie de proyectos y reformas centradas en el plano académico y formativo, referidas principalmente al sistema de créditos universitarios y la creación del Campus Virtual. Pero también fue escenario de importantes cambios en el ámbito político e institucional, y de vinculación con la sociedad, orientados a construir una institución más participativa, democrática y próxima a la comunidad.

Muchas de las propuestas impulsadas estuvieron dirigidas a una meta común: preparar a la universidad y a la educación superior para los nuevos escenarios y desafíos futuros, en un contexto de cambios vertiginosos y sociedades cada vez más tecnologizadas.

La reciente pandemia que atravesó a todas las sociedades del mundo expuso como nunca antes el peso de la dimensión tecnológica y digital para el desarrollo de nuestra vida cotidiana, y aceleró procesos que, de otra manera, hubieran tardado mucho más tiempo en desarrollarse.

En la UNC implicó, entre otras cosas, la rápida incorporación y utilización de la tecnología en los procesos de enseñanza y formación académica. También evidenció la importancia de la conectividad digital para lograr una universidad más inclusiva,  y para promover estándares de mayor igualdad entre la población. 

Demostró en ese sentido que la capacidad de acceso a las redes de información digital debe ser considerada un derecho equivalente al derecho al agua. Si queremos realmente incluir a la gran cantidad de jóvenes, trabajadores y trabajadoras que no pueden venir a estudiar ni desenvolverse a una gran ciudad, la universidad tiene que ir hacia estas personas a través de propuestas educativas remotas o híbridas. 

“La capacidad de acceso a las redes de información digital debe ser considerada un derecho equivalente al derecho al agua. Si queremos realmente incluir a la gran cantidad de jóvenes, trabajadores y trabajadoras que no pueden venir a estudiar ni desenvolverse a una gran ciudad, la universidad tiene que ir hacia estas personas a través de propuestas educativas remotas o híbridas”

La transformación digital de la educación ya formaba parte de la agenda institucional de desarrollo de la UNC al comienzo de esta gestión, en 2016, cuando se creó el Campus Virtual en el corazón de Ciudad Universitaria. Hoy el Campus supera los 370.500 mil estudiantes de todo el mundo, tiene 96 cursos disponibles (de acceso libre, gratuitos, virtuales y asincrónicos) y más de 220 mil certificados entregados. Además, cuenta con más de 550 mil estudiantes provenientes de más de 100 países inscritos en la plataforma on line de aprendizaje internacional edX, creada por Harvard y el MIT e incorporada al Campus un año después de su creación .

Asumir los desafíos que imponen los escenarios futuros requiere concebir a la educación superior de manera más versátil y flexible que como lo hemos hecho hasta ahora. Sin dejar de lado las carreras tradicionales, es necesario que la UNC disponga de una oferta académica que tienda a dar respuesta a un nuevo mundo productivo, y del trabajo y el empleo. Un mundo donde cada vez es más importante la velocidad de las respuestas y el ‘mientras más rápido mejor’, y en el que la capacidad de aprendizaje, experimentación e interacción entre distintos saberes y disciplinas resulta determinante. 

El proyecto Campus Norte actualmente en desarrollo en la localidad cordobesa de Juárez Celman, representa una fuerte apuesta en esa dirección. El Campus simboliza un nuevo modelo educativo, una nueva experiencia de enseñanza y aprendizaje en una región que necesita que la educación sea un motor de progreso. Ofrecerá trayectos de formación multidisciplinar más acordes a las demandas de formación y capacitación actuales, en un edificio de 2.440 metros cubiertos en un predio de 15 hectáreas. Allí, además la Provincia construirá una escuela secundaria PROA orientada en software y biotecnología, y la Nación prevé edificar 160 viviendas para que docentes jóvenes de todas las disciplinas puedan vivir y pensar juntos en comunidad y de manera interdisciplinaria, al estilo del ecosistema tecnológico instalado en Silicon Valley, California. Esa es la educación que se viene. 

“Campus Norte simboliza un nuevo modelo educativo, una nueva experiencia de enseñanza y aprendizaje en una región que necesita que la educación sea un motor de progreso”.

En otro plano, las reformas políticas e institucionales introducidas durante esta gestión permitieron que toda la comunidad universitaria pueda elegir de manera directa a su próximo rector y vicerrectora. Esto significa que el poder antes concentrado en una Asamblea Universitaria conformada por 250 miembros, ahora está en manos de toda la ciudadanía perteneciente a la UNC. Hoy, 80 mil universitarias y universitarios pueden decidir a través del voto directo quién será su próximo rector o rectora. Y es una posibilidad que le queda a las futuras generaciones, una conquista ganada. Faltan todavía realizar más reformas en ese sentido. Queda pendiente, por ejemplo, la necesidad de establecer ad referéndum de toda la ciudadanía universitaria cualquier cambio que desee introducir la Asamblea Universitaria, una institución política antigua pero que aún conserva poder.

Hoy, 80 mil universitarias y universitarios pueden decidir a través del voto directo quién será su próximo rector o rectora.  El poder que antes estaba concentrado en una Asamblea Universitaria conformada por 250 miembros, ahora está en manos de toda la ciudadanía perteneciente a la UNC”.

Muchas de las iniciativas impulsadas a partir de 2016 han tenido un desarrollo sostenido y hoy podemos ver sus resultados. Comparativamente, otras han avanzado más lentamente y requerirán de procesos de continuidad y ejecución por parte de los próximos gobiernos universitarios. Del mismo modo que se retomaron algunos de los proyectos creados en gestiones anteriores, será necesario seguir y consolidar lo puesto en marcha hasta aquí, en un círculo virtuoso de continuidad de políticas públicas universitarias, que sintetice y ponga en valor lo mejor de cada proyecto. 

En ese proceso, sin embargo, debemos aprender a “fracasar rápido”: no quedarnos con lo ya creado y establecido, reconociendo aquello que no funciona para readaptarnos rápidamente y buscar nuevos caminos que permitan avanzar hacia la construcción de universidades más cercanas a las demandas de la sociedad actual, y al nuevo mundo productivo y del trabajo que se perfilan.